El 85% de las personas que realizaron una dieta para adelgazar y lograron bajar de peso, recuperaron su peso anterior, los kilos que habían perdido. Este bajo porcentaje o fracaso, es a raíz de realizar una estricta dieta, sin la compañía de un plan de ejercicios, o con un plan de ejercicios equivocado (sólo aeróbico), lo que puede provocar que alrededor del 25% del peso perdido sea de masa muscular, lo que genera que la necesidad calórica del organismo disminuya, aumentando las posibilidades de recuperar el peso o incluso aumentarlo.
Para que no se produzca ésta pérdida de masa muscular y no se enlentezca el ritmo metabólico basal (calorías que quema nuestro organismo en reposo), la clave para bajar y mantener el peso, es acompañar la dieta con ejercicios que aumenten o mantengan la masa muscular, para incrementar nuestro ritmo metabólico basal, que interviene aproximadamente en el 70% del consumo diario de calorías (mantiene funciones esenciales: bombeo del corazón, función de los riñones, respiración y pulmones, etc.) Al incrementar el ritmo metabólico basal, aumentando la masa muscular, el gasto calórico diario aumenta durante todas las actividades, incluso al estar durmiendo.
Si bien los ejercicios aeróbicos, ayudan a bajar de peso y eliminar grasa, (durante un ejercicio prolongado, se pueden quemar hasta unas 500 calorías por hora), en exceso, puede llegar a producir un importante consumo de proteínas (pérdida de masa muscular)
Para evitar esto es imprescindible privilegiar ejercicios de fuerza, sobre los ejercicios aeróbicos cuando el objetivo es la pérdida de peso.
Al realizar una planificación de ejercicios saludable, lo ideal es planificar un plan combinado, los beneficios de los ejercicios aeróbicos (disminución de la tensión arterial y de riesgos coronarios, prevención de osteoporosis en los ejercicios con impacto, etc.) y muchos de los beneficios de ejercicios de fuerza (aumento del ritmo metabólico basal, mejora de la salud postural, mejora en el rendimiento deportivo, etc.), son complementarios.